CAPÍTULO VII
PLEITO AJENO: LOS HISTORIANTES
National Geografic, dio un video a nivel mundial sobre la presencia de tropas salvadoreñas en Irak y al reportaje le llamó PLEITO AJENO. Yo le añadiría Calentando calentura ajena.
Algo parecido ocurre con los historiantes de San Pedro. No se sabe cuando comenzó a llevarse a cabo la fiesta de Jesús. 5 y 6 de Febrero. Los españoles transplantaron su cultura, religión. En 1492 se celebra no solo el descubrimiento de América, sino que
Los historiantes alegran nuestro pueblo según la revista de
Los sonidos del pueblo
La banda sonora de las festividades tradicionales salvadoreñas es una mezcla de estilos y géneros de distintas épocas poco estudiadas en el país.
Por Adda Montalvo
Fotos: Félix Amaya
rdominical@laprensa.com.sv
CINCO O MÁS KILÓMETROS de peregrinación , por inclinadas veredas y caminos vecinales, tocando la flauta para acompañar a los “Historiantes” no le importan a Félix Rodríguez, de 71 años. Porque “si Dios me ha dado esta sabiduría voy con todo gusto voy”, afirma. |
El cohete de vara explota en su camino al cielo. Es ya pasado el mediodía y
“Bom, bom, bom, bom”, suena el ronco y viejo tambor que opaca la dulce flauta tocada por un anciano de 71 años que guía el paso de los coloridos “historiantes”.
Para no quedarse atrás, la “banda de pueblo” anima el desfile de los peregrinos sudorosos y cansados, que suben la cuesta desde Santa María Ostuma hasta San Pedro, con sus redoblantes, trompetas y platillos.
En este híbrido y simultáneo concierto se suman los violines de las “chanchonas” (agrupaciones musicales cuya base rítmica y armónica descansa en los enormes contrabajos que les dan su nombre) que amenizarán la celebración con cumbias y canciones de moda para invitar al baile.
Antes de las discotecas móviles, éstas eran las bandas sonoras de las festividades del “pueblo”. No las encuentra en casetes o discos sino allí, en vivo, cada vez que un cohete de vara surca el aire anunciando que la fiesta ha comenzado.
El pito y el tambor
El camino musical de este dúo inicia probablemente en los tiempos precolombinos, serpentea durante la colonia y sigue marcando y alimentando su paso en los siglos modernos.
No sabe de partituras ni grabaciones, sólo sobrevive al tiempo gracias a la memoria de los músicos empíricos.
Así aprendió el septuagenario Félix Rodríguez, quien se inició tocando el pito (flauta o pífano) hace 20 años. Cuando al anciano se le pide ensayar para una próxima festividad ya sabe lo que va a tocar, dice. Y todas las piezas musicales que ejecuta las ha aprendido de una sola manera: “Oyéndolas y practicándolas”.
Lo acompaña José Mario Reyes, con un grande y viejo tambor propiedad de la cofradía.
Este agricultor de 36 años comenzó siendo historiante, y a través de la danza fue “enamorándose” de la música. Luego, cuando faltó el tamborilero titular, él —con práctica y conocimiento de oído— asumió el cargo que ahora ejerce.
“Esto es algo bien diferente a muchas canciones”, explica. “La música que nosotros tocamos solamente la va a encontrar a la par de la historia que acompaña al Dulce Nombre del Niño Jesús y no se va a escuchar en ningún otro lado. Es una música que venimos aprendiendo desde hace cien años.”
Y de hecho, esas composiciones musicales que guían el relato de las danzas de moros y cristianos son patrimonio musical vivo que aún no sabe de análisis musicales modernos que los expliquen o describan con exactitud.
EL PITO (FLAUTA) Y TAMBOR son los instrumentos que ejecutan la música para las danzas de Moros y Cristianos. Por lo general, sus músicos han aprendido las melodías a oído y de generación en generación. |
En opinión de la musicóloga Marta Rosales, esta “música es quizás lo que más se aproxima a la música de la época precolombina”.
De acuerdo a Salvador Marroquín, etnomusicólogo, esta música presenta rasgos o características sonoras que no pueden ser interpretados o escritos por medio de la notación musical moderna de origen europeo, porque los antepasados indígenas no concebían la música como los antiguos europeos.
“Los tiempos de las notas eran distintos, así como la afinación y la ejecución de los instrumentos ”, añade.
Y de hecho, cuando María de Baratta, en su estudio de etnofonología realizado entre la década de 1920 y 30 del siglo pasado, quiso dejar constancia escrita de la música de pito y tambor que acompañaba a las danzas de moros y cristianos, descubrió que no era posible dejar una partitura definitiva.
“A pesar de todos los esfuerzos de nuestras posibilidades para expresarnos en la notación moderna, no llegamos nunca a una fiel realización del misterioso carácter arrítmico de estos especímenes lejanos y primitivos de la música de la ‘historia’”, sentenciaba.
“El pito y el tambor son los instrumentos que se utilizan básicamente para las danzas de moros y cristianos. Cada danza puede durar de tres a cuatro horas y cada una de ellas puede estar formada por un sin número de piezas”, explica Marroquín.
Pero la música de los historiantes es sólo un ejemplo. Existen más danzas-teatro en lugares como la cordillera del Ilamatepec, la zona de los Izalcos, Cuisnahuat, San Pedro Puxtla, Panchimalco, Huizucar, entre otros poblados del occidente del país con mucha riqueza en expresiones culturales de danza y culinarias, señala Ángel Cañas, coordinador de Arte Popular de CONCULTURA.
Otro centro musical importante y no analizado a profundidad se encuentra en el oriente del país: Cacaopera, Sensembra, Yamabal, Guatajiagua...“El territorio está dividido en dos: allá al oriente del Lempa y acá al occidente del Lempa. Y son dos cosas totalmente diferentes, aun en lo musical”, opina Cañas. Las “chanchonas” son de los cantones de oriente y los combos de occidente, ambas expresiones musicales hijas del sincretismo cultural de El Salvador.
Cinco o más kilómetros de peregrinación , por inclinadas veredas y caminos vecinales, tocando la flauta para acompañar a los “Historiantes” no le importan a Félix Rodríguez, de 71 años. Porque “si Dios me ha dado esta sabiduría voy con todo gusto voy”, afirma.
El pito (flauta) y tambor son los instrumentos que ejecutan la música para las danzas de Moros y Cristianos. Por lo general, sus músicos han aprendido las melodías a oído y de generación en generación.
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